sábado, 28 de agosto de 2010

Yes - And you and I


Escuché de Yes cuando estaba en segundo de media. Rick Wakeman iba tocar en Lima en un local que ya no existe. Oía a gente como Gerardo Manuel estar extasiados por aquella visita, mientras que la gran mayoría de los radioescuchas hacíamos muecas de no entender nada. Radio Z auspiciaba el evento y varios de sus DJ's se dedicaban a hablar del concierto como uno único e irrepetible. Lo gracioso era que en Z sólo contaban con una canción de referencia: Owner of a lonely heart, "la única canción comercial que hizo Yes", decían, "y Rick Wakeman estuvo en Yes..." (en ralidad alguna vez estuvo en Yes, no necesariamente cuando sacaron esa única canción comercial... bueno, era lo que había pues).

Años después descubrí al verdadero Yes -cuando aún estaba Wakeman- (gracias Doble Nueve), y me templé de Yes. Y me templé exageradamente. Era la banda perfecta: literarios, melódicos y endiabladamente progresivos y vanguardistas. Me sentía orgulloso de conocerlos, de escucharlos y -sobre todo- de entenderlos. Claro, si me habían costado mucho (nunca es fácil gustar de una banda de rock progresivo) e hicieron que me soplara más de una noche entera escuchándolos y re-escuchándolos.

Hablando metafóricamente, escuchar a Yes era para mí como estar con la chica más bonita del barrio, aquella a la que todos le tienen hambre y no dudaría en besarla bajo ninguna circunstancia. Yes era mi chica rica, mi hembrón, mi suerte de lechero. Aunque últimamente la había abandonado por un tiempo y un poco que me desentendí de ella (Emerson Lake & Palmer, culpable).

Pero Yes, es Yes, señores, y como cualquier chica rica es siempre deseable. Por eso la busqué la semana pasada en los pasillos de las galerías Brasil. Como el amante pródigo volví a Yes luego de algún tiempo de descuido y la encontré más rica y deliciosa, más encurtida en los años y por lo tanto más experimentada.

Ya volviendo lo musical, encontré un DVD de Yes buenazo, el Live at Montreux (2003). Simplemente una delicia: un sonido impecable, imagen excelente y, lo más importante, casi todos los miembros del mejor Yes: Chris Squire, Jon Anderson, Steve Howe y –claro– Rick Wakeman (el único que falta es Bill Bruford, quien es reemplazado por Alan White).

Ahora, hacer una crítica o reseña del DVD no es el objetivo de este post, sólo compartir con todos un track en especial: And you and I. El magnífico poema escrito por Anderson y Squire, que narra con innegable talento literario aquel sueño que el cantante alguna vez tuvo. Sencillamente es la mejor versión en vivo de esa canción (he leído comentarios y posts que se atreven a decir que es la mejor versión, incluso que la de estudio). A ver juzguen ustedes mismos.

Pero fuera de lo que a cada uno le parezca, este track está para ponerlo en un altar. Con él, los viejos Yes no hacen más que reafirmar que fueron, son y seguirán siendo la niña más rica del género de rock progresivo. Que ha de pasar mucho –y tal vez que han de hacer mucho– para que alguna banda logre o haga siquiera una cuarta parte de lo que ellos han logrado o hacen.