viernes, 18 de noviembre de 2011

Manual práctico de giros para un viernes atípico

De cómo Ollanta Humala, en un solo día, les tiró una patada en el culo a sus aliados de la izquierda.



No sé si para ustedes, pero para mí este ha sido un viernes extraño, singular y sorprendente. Al menos el más raro desde que el nuevo presidente de Perú, Ollanta Humala, asumiera el poder hace unos cuatro meses atrás.

Verán: se trata de un ex militar que tentó la presidencia por primera vez en el año 2006 con un discurso radical, muy cercano al de la izquierda cavernaria. Gritos por aquí, ceños fruncidos por allá, populismo y demagogia por doquier y una llegada tarde al debate con su contrincante. Total que el muchacho perdió las elecciones frente a otro populista llamado Alan García quien esgrimió, durante los meses de campaña, una frase casi adecuada para los tiempos que se vivían: “El cambio responsable”; aduciendo con ello que el sistema económico y social que se desarrollaba en Perú (una especie de liberalismo mal empleado) no tomaba en cuenta a los más necesitados y que más bien los excluía. Así, pudo tomar en sus manos el cansancio del país (que había empezado a crecer económicamente pero que no veía los primeros frutos de ese crecimiento en sus bolsillos) y su temor por los viejos –y nuevos– fantasmas izquierdistas y estatistas, moldeándolos y dando la impresión de que con él las cosas tornarían hacia un estado de inclusión y colectivismo, pero sin dejar de lado la atención y el respeto por los medios de producción privados. Bueno, no sucedió así.

Pasaron cinco largos años y el de García fue un gobierno que se desgastó. Llegó el momento para nuevas elecciones y el ex militar Ollanta Humala volvió a presentarse como candidato, pero esta vez con un ligero cambio en su imagen: de las camisetas rojas pasó a las camisas de mangas dobladas o a los ternos elegantes y de los discursos radicales, llenos de ademanes que señalaban dureza de carácter, pasó a los discursos mejor articulados con tonos de voces y sonrisas que denotaban conciliación… pero claro, sin dejar de lado su tufillo izquierdista que tan bien sintonizaba con ese sector de la población; en resumen, la misma estrategia que usara Alan García en la elección anterior: el acercamiento al centro. Todo eso, sumado al hecho de que sus principales contrincantes (Kuczynski y Fujimori) se encontraban en el lado más exagerado de la derecha, le sirvió como receta para ganar –con las justas, eso sí– las elecciones y convertirse en presidente.

El suyo se presentó como un gobierno progresista y bastante apoyado por la izquierda peruana que no tuvo candidato propio y que no tuvo reparos en acomodarse al lado de quien “mejor representaba sus valores”. Pocas voces dentro de ella se dieron cuenta, en un arranque de lucidez, que probablemente se iba a cometer un error y sonaron con “un momentito: ese señor no es de izquierda y no deberíamos apoyarlo”. Pero, qué carajos, el tipo estaba muy cerca al poder como para despreciarlo, dijeron otros, de modo que la alianza se consumó y comenzó a funcionar… hasta el día de hoy, lo que hace que este día –viernes 18 de noviembre de 2011– sea un día extraño, singular y sorprendente. Al menos, el día más raro desde que el nuevo presidente de Perú, Ollanta Humala, asumiera el poder hace unos cuatro meses atrás. Un día en el que, parece, los astros se han alineado de una forma realmente insólita.

Y es así por que, por ejemplo, el día de hoy Aldo Mariátegui, el siempre odiado –y odiador– de la izquierda peruana, director del Diario Correo y el más feroz opositor de este régimen (hasta hoy), ha comparado al presidente Ollanta Humala con Julio César (y no es broma), saludando su decisión de darle su bendición al tan criticado Proyecto Conga (un proyecto minero en la región Cajamarca que le significaría unos 1000 millones de dólares en regalías) y de enfrentarse a sus aliados izquierdistas. Así mismo, este día es singular porque el mismo presidente Ollanta Humala condecoró en Palacio de Gobierno a Luis Bedoya Reyes, el fundador del PPC, "el odiado partido de derecha y aliado de los grupos de poder", a decir de los mismos humalistas (o ex humalistas, ya no sé); algo que, mínimamente, supongo, intuyo, significará un acercamiento del gobierno con los sectores más tirados hacia la derecha, dejando a sus, hasta ahora, aliados de izquierda en una posición un poco menos que “expectante”. Y también, cabe mencionar, que este viernes es un viernes atípico porque la CGTP, el gremio más reconocido de trabajadores peruanos, de tendencia izquierdista y ¿aliado? de Humala, rechazó la postura de éste frente al proyecto Conga y anunciaron marchas en su contra luego de que, hace sólo un mes, hicieron una marcha a su favor (tampoco es broma).

En resumen un día que, aunque no lo parezca, de todas maneras quedará grabado en la mente de muchos.
Ya vislumbro que dentro de algunas semanas comenzarán las cantaletas clásicas de: “Humala traidor”, “Humala continuista”, “Humala amigo de los grupos de poder”, etc., etc., etc. Pero ese ya será tema de otro post (si es que me emociona lo suficiente, claro).

Pero no quiero quedarme corto con respecto al tema del Proyecto Conga, por lo tanto aquí les dejo una modesta opinión al respecto:

Si una comunidad, que son los dueños de sus propiedades y, por lo tanto, que son dueños del lugar donde residen, no quieren que en el lugar del cual son dueños se desarrollen ciertas actividades (como algunos de los pobladores de Cajamarca no están de acuerdo con que se desarrolle el Proyecto Conga en sus tierras); pues no debe desarrollarse allí dichas actividades y se acabó. Eso es respetar la Ley y eso es respetar el derecho propio de aquellos propietarios. Me parece bien que casi todos en Perú estén de acuerdo en esto (aunque algunos lo estén con motivo de confundir -horrorosamente- la defensa de derechos individuales con la defensa de derechos colectivos).

Sin embargo hay algo que estamos olvidando: el Estado Peruano ya ha firmado acuerdos con la Minera respecto al Proyecto Conga, teniendo como base estos documentos. De modo que en este punto cabe preguntarse: ¿qué pasaría con los acuerdos ya firmados por el Estado y la Minera? ¿Deberíamos desconocerlos? ¿Deberíamos volver todo a foja cero? ¿Qué haríamos con la bendición del presidente al Proyecto? ¿Donde quedaría la estabilidad jurídica y contractual, tan necesarios de reforzar en este país?

Yo creo que esos acuerdos deberían quedar en suspenso. Así de simple. Porque, si bien es cierto, la estabilidad jurídica y contractual del país es muy importante de cuidar, también lo es el tema de la legitimación de acuerdos que afecten a una comunidad o a una gran población. Y es que, tal como ya se ha dicho, las actividades y la documentación en las que se basó la bendición presidencial para el Proyecto Conga fueron desarrolladas por la misma empresa Minera (Yanacocha) o por empresas y personas afines a ella, de modo que, lo mejor que podría hacer un Estado serio en un caso como este es esperar a que se produzca una legitimación de los acuerdos firmados, ¿cómo?, pues promoviendo un mejor y más amplio Estudio de Impacto Ambiental, por ejemplo; que sea realizado por empresas y personas no afines a la empresa dueña del Proyecto y de probada capacidad profesional. Creo que esa es la mejor forma de salvaguardar la estabilidad jurídica y contractual en el Perú, haciendo que los contratos se legitimen… digo, nomás.