Roger Waters dijo una vez que hay cosas de las que, las personas, nunca podemos reponernos. Lo dijo durante una conferencia de prensa como única y concluyente respuesta a la pregunta que le hacían sobre Syd Barrett, el fundador y primer líder de Pink Floyd, El Diamante Loco, como le llamaría el mismo Waters.
En lo personal, pienso que esa es la mejor respuesta que Waters ha dado en toda su vida acerca de Syd. Creo que es la síntesis honesta de todo lo que ha significado para él aquel muchacho flacucho de Cambridge, quien -como él mismo- había perdido a su padre cuando era casi un niño y quien le enseñaría los primeros secretos de la creatividad musical y del éxito comercial.
Siempre he sentido una atracción especial por la figura de Syd Barrett. Su estilo de tocar, de cantar, de hablar y, sobre todo, su estilo de escribir, me han cautivado constantemente. Si no sonaría huachafazo, diría que es mi fuente de inspiración al momento de perpetrar los bodrios que compongo (aunque con ellos, tal vez, le esté faltando el respeto). Y supongo que así será siempre, quedando el buen Roger en un inevitable segundo lugar (a pesar de ser el autor de las canciones que más me importan en la vida, como Time, Wish you were here, Have a cigar, Shine on you crazy diamond y todo el Animals, casi todas ellas inspiradas -qué ironía- en Syd Barrett).
Hoy es 06 de enero de 2011 y, si El Diamante Loco estaría aún vivo, cumpliría 65 años de edad. Por esta fecha tan especial es que quise escribir estas cortas líneas en su honor. Y la hago corta porque, la verdad, prefiero rendirle tributo haciendo música (aunque sea música hasta las huevas) que escribiendo lo que todo el mundo escribirá hoy día.
¡Salud, maestro!