viernes, 12 de septiembre de 2008

El raspado de las ronchas

Por Fred Borbor


"Nuestra ‘Ideología’ Indigenista escupe su furor y su protesta contra un perverso y malvado occidente, titular de la más execrable idea salida de la mente humana: el capitalismo imperialista. Más aún, el terrorífico, brutal e insano “Liberalismo…”

INTRODUCIÉNDONOS (LOS) A LAS FAUCES DEL LOBO.

Bueno, todos sabemos que, habiendo declinado su esplendor de principios del siglo XX, y no sirviendo –aparentemente- para ningún efecto practico tanto como expresión cultural ni como manifestación política, vuelve el Indigenismo a tener presencia en reuniones y discusiones, en ferias artesanales, en festivales de corte socialista (o como a este pechito le gusta llamarlos: Rojelios) y últimamente en cuanta Cumbre, Anti-cumbre o Alternaticumbre exista.
No se refiere este escrito, por cierto, a la buena valoración histórica que debe tener el pasado pre colombino, ni a su cultura, ni a su idiosincrasia o a su permanencia en el tiempo. Valoración histórica que, por cierto, nada tiene que ver con el Indigenismo. Se refiere más bien esta vaina al fraude y al engaño que significan ese remedo de ideología, que propugna, quinientos años después de la llegada de Colon, un enfrentamiento entre las características occidentales vs. La “pureza” racial-originaria-cultural de su gente.
Pues resulta que, no se como, estos supuestos adalides de la revolución propulsora de una identidad indígena ávida de expresarse, pero impedida a ello por el cruento dominio de una minoría blanca imperialista, han logrado reunir a su alrededor grandes masas y corrientes sociales. Por ejemplo este fenómeno se puede ver en Ecuador y, en menor cuantía (felizmente) en el Perú, azuzados por incoherentes, estúpidos y desestructurados discursos que apoyan medios de comunicación y el evidente bajo nivel de inversión en educación de estos dos países. Pero donde sin duda han alcanzado un apogeo casi mesiánico es en Bolivia con la llegada al poder en 2006 de Evo Morales.

TODO FUE CULPA DEL ABURRIMIENTO

Ya había escuchado antes sobre el indigenismo (¿Quién no?) Pero debo aceptar que todo comenzó cuando un día, totalmente decepcionado de mi decisión de no emprender aquel viaje ofertado tan gentilmente, me pregunté entonces qué podría realizar durante los cinco largos días de feriado que Lima iba a tener. Las opciones no eran muchas: tragos, fiestas, cine, centros culturales, almuerzos, etc. Pero en medio de la jungla hedonista de asueto, pude divisar un muy buen pasatiempo y una muy buena razón para quedarme en la capital por aquellos días.
En realidad no se trataba de algo maravilloso y espectacular para el ocio, más bien del siempre tedioso y odioso trabajo de investigación para alimentar el ferviente deseo de la contra.
Pues si, la reunión de representantes de varios países y la de representantes de varias tendencias agazapadas en un mismo espacio con la horda rojelia que tanto me gusta, era una buena opción, no para el ocio, sino para investigar ciertas exigencias tontas y a la vez divertirse un poco con discursos diplomáticos y ferias artesanales; de modo tal, que siendo las cinco de la mañana de un día horrible de invierno, este pechito, acompañado de una casaca, se dirigió raudo a las instalaciones de la universidad Tupacamaril.
-Tal vez no haya sido una mala idea esto de la infiltración- pensé una vez ya introducido en los reductos estudiantiles mientras observaba unos puestos (o estaciones) dedicadas al adiestramiento (o enseñanza) de las ideas alternativas, –Después de todo, al otro almuerzo (o cumbre) nadie puede entrar.
Debo aceptar y reconocer que el mayor impulso que tuve para asistir a tan magno evento (soportando las inclemencias de un clima harto odiado) era conocer a un personaje cuasi histórico y cuasi admirado por mí. Nunca pude conocerlo. Así que, ya cansado de ver lo de siempre, de escuchar lo de siempre y con el temor de ser reconocido por algún compañero, me dispuse a abandonar la sede de La Cumbre Popular, hasta que escuché algo que tuvo el efecto de abrirme nuevamente el apetito voraz e insaciable de pseudo ideologías. “Pasen compañeros al conversatorio, va a estar muy bueno. Venga y aprenda, venga y comparta. Conversaremos sobre El Indigenismo”. Con una mirada perdida y con una sonrisa angelical me lamí el labio superior.

DESARMARMANDO LOS DIENTES DEL LOBO

Seguramente todos nos hemos topado algún día con la llamativa vestimenta y estilo del presidente boliviano, indumentaria que por cierto le sirvió para ganarse la admiración de los europeos en la gira internacional que realizo meses previos a la toma de mando de su gobierno. Pues bien señoras y señores, niños y niñas bien educados y bien intencionados del Perú y del mundo; aquella llamativa, admirable y obrera indumentaria, no es más que otro de los básicos inventos gringos tan odiados por personajes como él, lo que quizá en parte explique la compra compulsiva y mayoritaria de aquella indumentaria por parte de turistas americanos que visitan países como Perú, Ecuador y Bolivia. ¿Sorprendidos? ¿Incrédulos? ¿Enojados talvez? ¡Bah! ¿A quien le importa? Sea aceptada o no, es una verdad tan cierta, como aquello de que las polleras, enaguas y demás artículos de belleza de las cholas andinas son también herencia española, colonial y accidental (artículos exhibidos y defendidos tan orgullosamente por los Indigenistas en bajos y altos niveles) y se contrapone tanto a la falsedad de que la Whipala sea la bandera del Tahuantinsuyo (recontra-archi-super SIC!) o a la afirmación hecha por cierto alcalde de cierta localidad peruana de que aquella misma Whipala hondeaba, en épocas incaicas, en las alturas de Macchu Picchu (ultra-maximo-turbo PLOP!)… Supongo que yo, que los verdaderos indígenas de “pureza originaria” deben observar toda esta patraña con la misma intriga con que sus antepasados observaron los caballos de los españoles.
Todo este mamarracho de afirmaciones y adopciones huérfanas de ideas coherentes, se mezcla con extravagancias tan absurdas como aquella que realizó nuestro personaje altiplánico al declarar la localidad de Orinóca patrimonio histórico y la casa donde nació, monumento nacional. Con estupideces tales como las de la familia Humala al adoptar el estandarte Nazi –cambiando el águila por un cóndor y la esvástica por una chacana- como representación de la “pureza racial de los indígenas” O talvez con fantasías históricas (vestir a un presidente de un atuendo sacerdotal que no existía en tiempos incaicos, para tomar simbólicamente el poder en Tiahuanaco (:S)
Claro está que detrás de este teatro principiante y casi bobo, se esconde una falsedad mastodónica que ha llegado a calar en circulos de opinión en las propias américas y que se repite horrorosamente en otros lugares del globo. Falsedad que –Mea Culpa, He Pecado- creó en mi ideario juvenil la posibilidad de veracidad en antaño (chesssss) hasta que un buen día…

Con una pequeña ayuda de mis amigos
Después de nueve horas de vuelo y cinco de espera en el aeropuerto de Lousiana, solo pensaba en “duchazo”, “cama”, “sueño”, “Morfeo”. “No sin antes pasar por los demás chicos” nos dijo Halina, la polaca responsable de nuestro transporte y alojamiento (que dicho sea de paso hablaba un ingles pero hasta las weas, que compartido con mi ingles hasta las weas dió como resultado una perfecta y buena comunicación)
Los demás chicos no eran otros que muchachos de nuestra misma condición que iban para hacer lo mismo que nosotros. Entre ellos conocimos a un boliviano, Oscar B. “Pucha comparito, fácil que cuando regreses en cuatro meses vas a tener que elegir a que país pertenecer” le dijimos en forma de broma, “o talvez ya ni encuentre país…” repuso él.
Con la curiosidad peruana de siempre, atiné a preguntarle algunas cosas que me mantenían un poco angustiado con respecto a su país y con respecto al “Indigenismo” allí propalado. “Dicen que el 62 por ciento de la población es indígena y que la mayoría esta en las zonas occidentales” –dijo él- “De eso se agarran para decir que al ser mayoría están siendo explotados por una minoría blanca que se encuentran en los llanos orientales. Es decir que estamos divididos entre los indígenas pobres oprimidos y los blancos abusivos europeos”. A este punto ya empezaba a interesarme mucho más ese asunto y empezaba a dudar de mis creencias etno-ideológicas. “Oe comparito, peo es cierto pues, la mayoría de las personas que viven en nuestros países somos indígenas, eso es innegable, je, mira nomás nuestro color de piel y nuestros rasgos” repuse. “No olvides que también dicen que el 62 por ciento de ‘indígenas’ son descendientes directos de los incas y que los blancos son descendientes de los españoles invasores…” –respondió- Tú, ¿de quien eres descendiente? Jajaja” (con cachita era la cosa). Y como todo buen ejemplar de ciudadano andino sud americano respondí: “Yo soy MEZTIZO mi estimado”… él me miró con rostro de burla y yo simplemente callé.
Por primera vez en muchísimo tiempo, ante una burla propinada, opté por callar.
La reunión de confraternidad siguió su curso y ante algunas preguntas lanzadas de peruanos extrañados de conocer a un ciudadano altiplánico, escuche unas respuestas algo intrigantes –respuestas que al contrario de hacerme preguntar más, hicieron que solemnemente, cerveza en mano surja en mi mente la idea de hacerme la gran promesa: “Llego a Perú y empezaré a leer más”.
“Ese maldito censo del que hablas no fue un censo, fue una burla y un intento forzado por dar credibilidad a su conjudez. Entre las opciones de respuestas solo estaban: blanco o indio. No aparecía la opción de mestizo. ¿Qué censo es ese?"
Nota: La condición de “Mestizo” es perfectamente compatible con el hecho de tener raíz indígena, pues como la expresión lo indica, el mestizaje representa una fusión de distintas raíces… Y bueno, de haberse incluido esa pregunta, el resultado hubiera dejado sin piso la versión de que la mayoría de los bolivianos son indígenas propiamente hablando (ñaca, ñaca). Lo cual tampoco resultaría algo menor, pues al ser mestizo, la persona ya representa algo totalmente distinto a la raza occidental, a lo blanco (que también es el resultado de muchísimos mestizajes a través de la historia)… ¡¡¡PERO!!! También representa algo distinto a lo indígena, a lo autóctono, a lo “originario”. En pocas palabras, llamar indígenas a los mestizos, es someterlos al vasallaje del Estado Indígena pues.
Ya con un tono enrarecido por la cantidad de cerveza ingerida, Oscar B. Continuó dando respuestas… “…Puesh wueno… yo personalmente no me conshidero indígena…” Dicho lo cual, perdió el conocimiento.

Y esos malditos capitalistas...
Al regresar a Lima, cumplí mi promesa. No me convertí de la noche a la mañana en un devorador de libros ni en asiduo asistente a las bibliotecas (Dios me libre), pero si me dedique a investigar más a fondo el asunto Indigenista, ya que la duda se apropió de mí y estaba a punto de matarme.
Pues resulta que tras el susodicho censo se realizaron varias investigaciones que, si es que no mostraban la verdad de la milanesa, por lo menos daban a conocer la otra cara de la moneda. En 2004, por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizó una investigación cuyo resultado me dejo absorto: el 76 por ciento de los bolivianos se identifican como mestizos y el 73 por ciento consideraba al castellano como su “lengua fundamental”. Nada menos que el 64 por ciento de los aymaras (Evo’s) se considera mestizo, lo mismo que los quechuas. Lo cual nos lleva a una sana conclusión: en efecto hay un porcentaje de bolivianos que pertenecen a comunidades verdaderamente indígenas, pero son una MINORÍA. La inmensa mayoría son mestizos fatalmente accidentalizados. Por lo cual constituye una patraña, una vulgaridad y una prostitución de la verdad señalar a Evo Morales como el primer presidente indígena de Bolivia. Él, como muchos de sus paisanos y como muchos de nosotros, es básicamente mestizo –si no me creen, solo utilicen un espejo.
El hecho de que Evo Morales haya llegado a la presidencia de su país con el 54 por ciento de aprobación, ofreciendo falsamente una “Revolución Indígena”, no significa que los indígenas hayan llegado al poder. Significa más bien, que ha triunfado sobre un gran sector de esa población, una charlatanería barata, juguete favorito de sectores rojelios quienes, vaya usted a saber por qué, se empecinan en sobrevivir infiltrándose en movimientos populistas y fantástico-facilistas (la presencia de los muchachones de Alfa y Omega en la autodenominada “cumbre de los Pueblos”).
¿Quién podría pensar, por ejemplo, que –60 años después de la segunda guerra mundial- iba a rebrotar en un pais tercermundista como el Perú, un movimiento Etno-Nacionalista, seguidores al revez de la ideología nazi, imperante durante los 30’s y los 40’s?
¿A quien se le ocurre creer aún en ideas trasnochadas, propulsoras de racismo y violencia contra quien es distinto? “Es la revancha que tendrá el indígena luego de siglos de opresión” es la respuesta. ¡Por Dios!
“Yo no creo en nada de lo que digan esas instituciones capitalistas, serviles al imperio de los Estados Unidos”. Será la respuesta a los estudios mencionados anteriormente.

LANZANDO LA PIEDRA Y MOSTRANDO LA MANO

Todo lo anteriormente mencionado, no tiene un propósito de ataque, ni de burla... Bueno tal vez si. Pero más que eso, yo prefiero catalogarlo como el rasparse la comezón producida por una alergia contraída, alergia que peligrosamente se expande por nuestros países (especialmente los andinos claro está). Prefiero que sea un llamado de alerta. Una mayor inversión en educación (reforma educativa ¡ya!) es necesaria urgentemente. Es la falta de buen nivel educativo en nuestros países lo que conduce a nuestras masas a seguir las estupideces propaladas y predicadas por idiotas como Hugo Chávez, Evo Morales u Ollanta-Antauro Humala.
“¿Quiere decir esto señor Fred, que usted es el bien educado y nosotros los poco educados?”. Bueno, me gustaría responder cachosamente que si, pero debo aceptar que mi condición también esta a la par que todos (también creí en cierto momento de mi existencia en “la ideología” Indigenista y en muchas otras coloridas).