miércoles, 10 de agosto de 2011

... esa huachafería llamada "falta de inspiración".


es cierto que nadie podrá responder a esta pregunta, pero: ¿por qué chucha no puedo escribir ni siquiera una lista para el mercado desde hace como dos meses? ¿es el trabajo?, ¿es el invierno?, ¿es el nuevo gobierno? ¿¡qué carajos me pasa!?

antes de la segunda vuelta electoral pude terminar el primer capítulo de mi nueva novela (que, según mis delirios de grandeza literaria, sería publicada con gran pomposidad a finales del próximo año) y empezar el segundo, pero desde entonces lo único de productivo que se le ha agregado han sido las amables revisiones que de ella han hecho un psicólogo y una periodista... ¿y creación original del autor?, bien, gracias.

sin embargo he de decir que la tengo clara: esta novela es la llamada a ser mi primer vástago, mi primer calato, mi primer cachorro (literariamente hablado), sea buena o sea mala. está bien, lo más probable es que sea mala. pero aún así, ya le puse demasiado punche al imaginarla como para que -por unos cuantos días de sequía creativa- la descarte como lo hice antes con otros proyectos. ¡no señor!, esta vez iré hasta el final, sin que me importen las consecuencias. aunque me salga hasta'lculo, aunque nadie la vaya a leer... aunque haya pasado más de medio año desde que la empecé y ni siquiera haya pasado del primer capítulo. chessss.

¿qué porras me está pasando? ¿es el ambiente?, ¿es la edad?, ¿es el paso del tiempo? tal vez, tal vez, ya que, tratándose de una novelita inspirada en hechos reales y no habiendo sido esos hechos grabados más que en mi memoria (razón y motivo suficiente como para desconfiar de su fidelidad), el paso del tiempo puede generar severas afectaciones a las ganas de contar algo cada día más viejo y lejano. pero, "tal vez" pueda ser esa la razón, sólo estoy conjeturando.

sin embargo, y optando por una postura positiva, debo reconocer que, lo bueno de pasar por un periodo de esterilidad inventiva, es que uno -en el desespero por encontrar fuentes de inspiración- se dedica a leer, y mucho. ahora, por ejemplo, voy a todas partes con un ejemplar de Mientras agonizo del maestro de maestros William Faulkner. Es una novela cortita que ya había empezado a leer a inicios del año pasado y que dejé a la mitad cuando mi jefe, en un arrebato de compasión por el novato en las artes de la buena lectura literaria, me dijo que, si quería disfrutar realmente de esa novela, debería leer antes El sonido y la furia. fatal: la busqué con padecimientos, compré una versión original en una vieja tienda de libros de la av. Camaná y la devoré con la pasión que sólo generan las grandes expectativas. resultado: el haberme convertido en un cholito aguantado del escritor sureño, ganador del premio Nobel de 1949. no quiero entrar en detalles sobre esa obra porque no creo tener la capacidad para saber explicarla bien, así que sólo me remitiré a la pregunta que nos hacíamos los de SCyL durante una chupeta en la que la comentábamos: ¿cómo así se le pudo haber ocurrido a William Faulkner escribir una novela de esas características, que se acercan a la pura genialidad? en fin...

paralelamente estuve inmerso en la lectura de otros dos librazos, de otro ganador del premio Nobel (y confeso discípulo del primero): La fiesta del chivo (segunda lectura) y La ciudad y los perros. de modo que ya imaginarán que hartas deben haber sido las lecciones aprendidas y listas para explotar... pero aún así, hasta el día de hoy no he podido siquiera encontrar nuevamente el hilo conductor de la trama de mi anunciada nueva novela. ¡qué joda, puta ma're!

hace poco me dije: definitivamente es culpa de la chamba, sí. esta oficina se engulle todo mi tiempo con la voracidad de un reptil y se chupa toda mi esencia creativa porque justo me coge en las mejores horas del día (toda la mañana y parte de la tarde). así que saldré de ella todos los días y me dirigiré derechito a encerrarme en mis aposentos frente a la computadora, decidido a trabajar a conciencia en mi puta novela... wrong! tampoco funcionó ya que, en lugar de abocarme a pensar, crear y escribir la novela, me echaba en la cama a pensar huevadas y a escribir a mano poemas cojudos que nada tienen que ver con mi opera prima... es más: hasta ahora lo sigo haciendo. fuck!

en fin, pues, señores. en realidad no sé por qué carajos me he tomado el tiempo de escribir todo esto, si bien sé que ninguno de ustedes (las dos o tres personas que leen este blog) podrán ayudarme con este gran problema, del que sólo me queda esperar que no me dure para siempre. por favorsito, dios mío, sé que tú y yo no nos llevamos bien, es más, sé que tú no existes y que estoy cometiendo un atentado terrorista contra la lógica y la racionalidad al rezarte en estas líneas... y al seguir haciéndolo a pesar de que me estoy cagando de la risa de mí mismo mientras sigo tecleando estas huevadas; pero hazme el milagrito y ya sácame de esta infecundidad de ideas. en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.